Lucrecio, nombre familiar de Tito Lucrecio
Caro, el poeta romano que en su gran poema didáctico en seis volúmenes,
De Rerum Natura (De la naturaleza de las cosas), presenta las teorías de
los filósofos griegos Demócrito y Epicuro, y constituye la fuente
principal de la que hoy disponemos para conocer el pensamiento de
Epicuro.
Lucrecio se proponía liberar a la humanidad del miedo a la muerte y a los dioses, en su opinión las principales causas de la infelicidad humana. En sus obras busca más una finalidad instructiva y didáctica que literaria. Su representación del universo como un conjunto fortuito de átomos que se movían en el vacío, su insistencia en el hecho de que el alma no es una entidad distinta e inmaterial, sino una aleatoria combinación de átomos que no sobrevive al cuerpo, y su defensa de que los fenómenos terrestres responden exclusivamente a causas naturales, se proponen demostrar que el mundo no se rige por el poder divino y, por lo tanto, que el miedo a lo sobrenatural carece por completo de fundamento.
Para Lucrecio, la creencia en dioses creadores tenía como origen la ignorancia humana. Al atribuir a los dioses la causa de todos los fenómenos naturales, las personas se evitaban el esfuerzo de buscar e indagar las causas reales de tales sucesos.
Lucrecio tenía la firme convicción de que el universo podía ser comprendido y la felicidad alcanzada sin recurrir a agentes sobrenaturales.
Es autor de un largo poema didáctico en algo más de 7400 hexámetros, De rerum natura (De la naturaleza de las cosas) distribuidos en seis libros en que se divulga la filosofía de Epicuro y la física atomista de Demócrito. Es, junto a Thomas Hardy y Ludwig Feuerbach, uno de los tres grandes poetas del ateísmo. El único texto que poseemos del poema se ha transmitido gracias al humanista Poggio Bracciolini, que lo copió en 1418 del único códice conservado; es prácticamente un milagro que el texto sobreviviera a la Edad Media, pues trata de un tema comprometedor para el Cristianismo.
Son pocos y
dudosos los datos biográficos que se conservan de Lucrecio y
fundamentalmente recogidos por San Jerónimo. Según ellos, enloqueció al
beber un filtro de amor y se suicidó; pero esta información tiene todo
el aspecto de haber sido compuesta ad hoc para explicar la
sombría visión que ofrece del amor en su célebre poema. Parece no
obstante fuera de toda duda que padecía algún tipo de enfermedad mental,
que podría ser o no de origen físico (como la epilepsia).
Su tercer
nombre, Caro, era propio de las clases bajas, pero Lucrecio tenía una
extensa cultura, que no era fácil de adquirir para las clases
desfavorecidas. Se ignora si era originario de la misma Roma o de alguna
provincia, pero es indudable que Lucrecio vivió en Roma y resulta
evidente, por la franja de fechas en que se desarrolló su vida, que
debió asistir a las guerras civiles romanas, a las revueltas de Mario y
Sila, a la conjuración de Catilina y a la ascensión de Julio César.
Los análisis a la obra de poetas posteriores demuestran que le habían estudiado a fondo. A él alude Virgilio cuando escribe felix qui potuit rerum cognoscere causas,
“feliz quien ha podido conocer las causas de las cosas”. Utiliza
comparaciones para aliviar la árida materia abstracta de la obra,
mezclando, con una imagen que más tarde tomará Horacio, lo útil con lo
dulce de la misma manera que un médico mezcla dulce miel en las agrias
medicinas que administra. También es citado en numerosas ocasiones por
Montaigne a lo largo de sus Ensayos. La obra, materialista e
irreligiosa, fue traducida por el español José Marchena a principios del
siglo XIX en endecasílabo blanco con la intención de combatir el
catolicismo de sus compatriotas.
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